martes, 25 de agosto de 2009

Cuando los duendes se dejan ver

Revista Ñ – 15 / 8

Un músico y una artista plástica se enamoraron de Tafí del Valle, y luego, de los antiguos mitos de la región. Al fin, crearon una casa para los duendes, museo hoy declarado de interés cultural por el estado tucumano.

Todo empezó hace 22 años con un viaje de luna de miel por el norte del país. Lucrecia Toledo y Alejandro Urciuolo, entonces ventiañeros, artista plástica misionera ella y músico porteño él, se enamoraron de Tafí del Valle, y lo eligieron como su lugar en el mundo.
Se conocieron en Buenos Aires y compartían la pasión por las expresiones de la cultura popular. Lucrecia, que basaba su inspiración para sus esculturas y pinturas en las leyendas tradicionales que habían nutrido su infancia en Misiones, reencontró esa misma magia en las narraciones de los duendes.
La pareja se dedicó a hablar con los abuelos de diferentes sitios del valle y a recopilar sus historias sobre los seres sobrenaturales que pueblan su mitología, en la que se mezclan o superponen creencias.
Recorrieron cerros y los puestos de las distintas estancias escuchando a Don Díaz, el cazador de pumas que vio con sus propios ojos cómo uno de sus felinos se transformaba en el Yastay, duende protector de los animales salvajes.
Con raíces y otros materiales naturales, Lucrecia iba creando figuras con los personajes de esos mitos, con el interés puesto en la Pachamama (madre tierra), el Yastay y la Yamacumama (madre de los manantiales). Pero por encima de todo, en el duende. El enano travieso de sombrero enorme, con una mano de lana y otra de hierro, que asusta a los chicos a la hora de la siesta, así es como ella lo describe.
En 1993 Lucrecia consiguió una beca del Fondo Nacional de las Artes para continuar con la investigación. Pudo así comprar una cámara fotográfica y un grabador, para documentar todo.
Lucrecia y Alejandro eran conocidos para los vecinos de Tafí como “los chicos que hablan de los duendes”, donde su hogar está siempre abierta para quien fuera a contarles viejos cuentos y costumbres, o ver las esculturas y pinturas – en “La Casa Duende”.
Con el ir y venir de los visitantes y turistas, nació en una habitación de la vivienda, el Museo de Mitos y Leyendas, hoy declarado de interés turístico y cultural por el Estado Provincial y reivindicado como “el único en su tipo en América Latina”.
Turistas de todas partes del mundo lo visitan diariamente.
“El proyecto del Museo Casa Duende está dirigido a transmitir en forma oral y visual, a la propia comunidad en primer lugar, relatos que forman parte esencial de su propia identidad y cuyo sentido original es básicamente educativo. Y creo que precisamente una de las cosas que le falta al sistema educativo es un par de horas cátedras de los abuelos. En los mitos es el alma del pueblo la que te habla”, resume Lucrecia.

martes, 11 de agosto de 2009

La fascinación del desierto.

Revista Ñ - 306 - 8/8/2009

Llevada por el deseo de devolver a Huanacache los cuadros que su bisabuelo catalán había pintado alli, la cineasta Valeria Roig terminó filmando.

De todas las expresiones audioisuales , el documental probablemente sea el más parecido a la verdad, a un acto de fé de quien lo lleva a cabo.
Por lo menos, esto es cierto para Valeria Roig, quien llevó a cabo uno, movida por el legado pictórico de su bisabuelo catalán y después por la fascinación que movieron los paisajes y las personas que lo habitan en ella.
Huanacache quiere decir "gente que admira el agua que baja". Y es que durante siglos, una serie de lagunas encadenadas pobló la zona y sirvió de sustento para sus habitantes huarpes. Pero el paisaje ha cambiado con los años, la explotación y el monopolio. Hoy, las lagunas se han desecado. Y la vida, se ha vuelto más difícil.
"Sentí que era importante llevar la obra de i bisabuelo a desierto", cuenta valeria, quien reunió los los dibujos y óleos originales, encargó réplicas y las donó al museo, volviendo así la obra de su abuelo, al auténtico lugar de nacimiento.
Esa meta, fue el gérmen del documental. Pero la cineasta fue más allá y quiso encontrar a los descendientes de las personas retratadas por su bisabuelo, en un viaje que la llevó a comprender la profunda inmutabilidad del desierto.
"No fue una tarea sencilla, lo más difícil de trabajar allí, son las enormes distancias", cuenta Roig. "También lo fue, entablar relaciones cercanas con la gente del lugar. Lo conseguí después de casi cinco años de viajar, de visitarlos, de mostrarles que no quería sacarles nada, sino darles una ventanita por donde se los pudiera conocer"
Valeria, como tantos otros artistas que han pasado por el lugaar, y han volcado un poco de su profesionalismos en él quedó maravillada con la vida dura y difícil en esa tierra agreste, el descubrimiento de las fuertes raíces culturales que hacen que la gente siga viviendo allí. y lo que más la maravilló, es que muchas cosas siguen siendo como las obervaba su abuelo al pintar esos hermosos cuadros, mucho sigue siendo como hace 70 años.
El documental muestra la vida de la sociedad de Huanacache, su vida y costumbres. Décadas después los descendientes se dejan filmar, donde ella se dejó retratar, se sigue trenzando el junquillo para hacer canastas, las hilanderas siguen hilando, el mate pasa de mano en mano bajo el implacable sol, y las distancias y los años a lo largo del tiempo no se han acortado.
"La solidaridad, el trabajo, y el sentido de pertenencia al lugar, es lo que da sentido a sus vidas, y es muy conmovedor observarlo"
Era tan fuerte la conexión con el documental y con la gente, que la cineasta decidió montar una pantalla al aire libre, en medio de la capilla del rosario, e invitar a toodos los ciudadanos que lo hicieron posible a poder conectarse más fuertemente con el documental y su lugar. Había más de doscientas personas, entre los que estaban los protagonistas

"Les gustó mucho, me agradecieron. Esa fue la sorpresa más hermosa que pude tener", decía Valeria.

Este peculiar documental forma parte de los tantos que, trazando una línea temporal se remonta a las antiguas raíces culturales huarpes para abrirse hacia el futuro que lucha por sostener.

martes, 4 de agosto de 2009

“El cuerpo es la nueva utopía”

Ñ 11/7

Los fenómenos sociales asociados a la evolución tecnológica (o viceversa) son el eje de las investigaciones de Paula Sibilia (docente y antropóloga argentina) que pone el foco en el cuerpo y las nuevas maneras de mostrarlo.

Sibilia apunta a otro furor del siglo XXI, el culto al cuerpo. Su nuevo objeto le confirma además todas las tendencias sobre la generación de Internet. “Aunque no tenga nada para decir, muchos jóvenes se construyen a sí mismos como una celebridad”.

No hay duda de que estos temas son recortes, no todos los adolescentes son así, las experiencias subjetivas siguen siendo muy ricas y complejas. “Pero es bueno pensar en esto, aunque sea un reduccionismo, para desnaturalizarlo”.
Lo que pasa es un fruto de un proceso histórico, no es culpa de Facebook tener tanto éxito, es por causa de un proceso histórico. Por eso es que surgieron los chicos capaces de inventar y descubrir herramientas que son útiles a la sociedad, porque están inventando cosas nuevas todo el tiempo, pero a mi gusto, ya hace falta un nuevo Factbook.
Todo se ha transformado en un nuevo mundo, porque en realidad todo se ha transformado en un gran medio. Las redes de dominación en la sociedad contemporánea funcionan mejor cuando no se existe la obligación de hacer ciertas cosas. Mostrarse uno mismo como un espectáculo, o parecer joven, flaco y atractivo no es obligatorio.
Nadie ata a los integrantes de la sociedad para que estén diez horas prendidos de la computadora. Es una obligación que se pone uno y es mucho más eficaz si nos lo ordenara otro.
Queremos ser de determinada forma, estamos de acuerdo. Esto, igualmente, no funcionaría adentro de otro tipo de sociedad que no fuese la que esta constantemente regida bajo un medio tan rodeado de las nuevas tecnologías como lo es Internet.
La tecnología avanzó muy rápido. Y así de rápido la Web 2.0; los celulares e Internet se transformaron en herramientas imprescindibles; sobre todo para los jóvenes.
Sus abuelos, sus profesores y hasta sus padres encuentran una barrera allí, porque no saben como manejar algo fundamental para la vida de estos chicos.
¿Cómo pueden ser adultos y ejemplares sin saber lo que es Facebook?. En este cambio, social y cultural, a diferencia de otros, hay una particularidad: la crisis del valor de la experiencia, donde la relación con la organización sociopolítica es directa. Tanto la espectacularización de la intimidad como el culto al cuerpo, dos temas muy relacionados, son ideales a los que cierta franja de la población aspira como si fuera una utopía-
Siempre en la vida, hemos descartado otros ideales por resultar ingenuos o inviables, y llegamos a esto, una nueva utopía que hasta parece menos discutible.
El individualismo del siglo XXI supone una exacerbación de todo. El sujeto tiene a aislarse. Hay una crisis de los encuentros colectivos. Cada uno se administra a sí mismo como si fuera una empresa, como una marca, y entonces se vuelve cada vez más necesaria la mirada del otro para poder ser alguien. Necesitamos que nos vean, sino algunos lo ven como un problema.

"Los blogs y las redes sociales funcionan como un mercado de la observación del otro y de redistribución de retribuciones. La participación por ahora significa nada más básico como mostrarse y exhibirse, sin pensar en transformar el especio público, sólo sentirnos observados en las nuevas tecnologías."

Las historias que narran los wichís.

Revista Ñ - 1-8

La licenciada Karina Contreras pensó que los cuentos infantiles europeos no eran más adecuados para los chicos de su pueblo, y recopiló narraciones indígenas.

Ella se llama Serafina Pérez, tiene 54 años y es miembro de la comunidad wichí de Laguna Yema en el oeste formoseño- A pedido de su nieta y de la mestra Karina Contreras, narra una historia tan vieja como su pueblo.
“Cuentan los antiguos que antes la luna era de esta tierra, no vivía en el cielo como ahora. Un día salió de paseo con cu nieta que era muy chica entonces, se fueron caminando por el monte hasta que llegaron muy lejos, a un lugar desconocido. Cuando se hizo la noche se acostaron a dormir…”
“Cuando la luna, vió que su nietita estaba dormida, la mató. La niña quedó llena de sangre. Los padres la encontraron y salieron a buscar la luna para desquitarse. La rodearon y cuando estaban por matarla, la luna dio un salto y se fue al cielo y se quedó allá arriba, como ahora cuando la vemos.”
“Desde ese entonces, cuando la luna va cambiando de forma, a las mujeres les viene la sangre y otras que están encinta tienen sus bebés.”
Cuando a Karina Contreras le pidieron en la Licenciatura de Nivel inicial que cursaba en la Universidad Nacional de Formosa que formulara una propuesta para enseñar Literatura en una escuela Wichí de Laguna Yema, donde vive, pensó que los cuentos europeos de su infancia no eran los más adecuados para estos niños que tenían una cultura y una concepción del mundo distinta. Los abuelos wichí narraban mitos y leyendas ignoradas por los formoseños.
“Hay mucha crueldad en esas historias, pero no es mayor que la que encontramos en los cuentos de Perrault o Grimm”, argumenta la Licenciada en nivel inicial.
Otros docentes de la zona han recopilado éstas narraciones en el libro Tañi para el primer ciclo en idioma wichí. En él, leemos “el río”: “Había una vez un palo borracho que tenía en su tronco toda clase de peces. Estaba prohibido sacar el pez Dorado pero un hombre travieso flechó al dorado. Entonces el tronco del palo borracho se rompió y salió tanta agua que se convirtió en un río. El río Pilcomayo. El hombre travieso es perseguido por el río y finalmente ahogado por él". En todos estos relatos, como sucede en la literatura europea y universal, se descubre un trasfondo religioso, para explicar lo inexplicable y educar moralmente a la comunidad.
El animismo está siempre en el fundamento de estas cosmogonías narradas. El pueblo Wichí conserva no sólo hábitos de pesca, sino una verdadera cosmogonía en su tradición oral. Karina Contreras sostiene que el universo narrativo de los wichí no debe ser desdeñado, sobre todo en una época en que tanto se habla de diversidad cultural y multiculturalismo.