martes, 21 de julio de 2009

Los artesanos del exceso.

Revista Ñ – 18/7

La utilización de materiales heterodoxos en la creación de sus obras requiere del grupo Mondongo no sólo pericia técnica sino también claridad conceptual.

Los mondongo son una leyenda real, urbana y contemporánea. No sólo porque hacen obras interesantes y las venden bien, sino por su historia y composición.
Formado a fines de los ’90, el grupo, que integraban en un primer momento Julia Laffitte, Manuel Mendanha y Agustina Picasso fue encarnando con el tiempo, el sueño de todo artista argentino sub -35: vivir del arte, ser reconocidos, y estar en las más importantes galerías locales e internacionales.
Estos artistas vienen haciendo, desde su comienzo como grupo, trabajos que se caracterizan por ser creados como nada ortodoxos, como galletitas, chicles, jamón, preservativos. Además siguiendo una de las reglas de oro de las vanguardias de principios del siglo XX.
“Mondongo usa el exceso para realizar sus obras, la acumulación. Si crean un cuadro utilizando chicle, no son dos o tres, son 5000 chicles pegados en un cuadro.”

Ellos se encargan de darle una carga simbólica a lo que cada objeto es en sí, y a lo que remite. En las muestras que están acostumbrados a realizar, se encargan de advertir un cambio en la metodología de trabajo.
Mondongo pasó de trabajar de una forma minuciosamente planificada a dejarse llevar por caminos más espontáneos.
En sus piezas, lo que el espectador percibe varía completamente, según la observe, desde una distancia de cuatro metros o de veinte centímetros. La obra está hecha de innumerables pequeñas piezas que pueden observarse de manera autónoma.
Ocurre lo mismo con casi todas las obras de exposición: “Cada trabajo está hecho de pequeñísimos detalles”. “Cada obra encierra cien mundos”. – decían los artistas.
Escalas de pinturas prácticamente mural; trabajos de equipo de muchas personas (detallados, lentos, fantásticos); provocación a causa de los pequeños elementos que conforman las obras.

“Paciencia y actualización con las corrientes del arte son algunas de las claves para entrar de a poco en el mundo de las obras de Mondongo, un grupo que tranquilamente podría ser un movimiento de artistas sudamericanos creativos, pero actualizados.”
Me parece muy interesante citar esta nota, ya que es una forma de relacionarlo con mi tesis. De alguna manera, éste grupo de artistas, recicla, reutiliza los materiales, para luego incluirlos en sus obras de arte.

lunes, 6 de julio de 2009

Retrato del paisaje como vino tinto.

Revista Ñ – 4 / 7

Una bodega invitó a 25 artistas para que cosechen sus uvas y pinten su experiencia. El resultado es una obra final donde convieven distintas generaciones y distintos estilos.

Veinticinco artistas mendocinos son invitados a cosechar uva y pintar su experiencia. Entre hileras de viñedos Malbec, esa mañana de marzo se las arreglan como pueden. Algunos desisten, otros se dan maña, pero al cabo de un rato, llegan las primeras quejas por el dolor de espalda. Los rigores de la cosecha siguen en pie en los más laboriosos mientras que otra de las protagonistas abandona y se dedica a juntar hojas de parra."Prefiero cosechar hojas, me gustan los colores que salen al secarse", se justifica.
Desde hace 3 años, la bodega Zuccardi, organiza la exposición Cosecha de artistas, que se verá hasta fines de agosto en su galería de arte.
Entre el grupo de los 25 artistas, había pintores, ceramistas y artistas qe trabajan en soportes digitales. El desafío era qe luego de la cosecha individual, cada uno hiciera un un reflejo de la experiencia y que le sugirió la misma, pero José Bermudez se adelantó a los viñedos con una pequeña foto de su cuadro ya terminado. Un pintoresco retrato de una cosechadora que abre la boca con admiración mientras corta el tallo de una uva. ¡Mírala! te está diciendo...¡pero qué lindos racimos!, le contaba a la directora de la galeria.
Los retratos, cuadros, digitalizaciones van variando sin cesar, ya que depende de la experiencia y el sentimiento al que se vio encontrado cada artista en ese momento.Podemos observar desde un cosechador de carga hecho en acuarela, una vasija con un mensaje que muestra las cualidades del vino.
Los 25 cuadros que se pueden observar son a la vez central con la tradición país y un lugar común para toda la comunidad mendocina; ya que es la estampa que piden los turistas, lo piden en concursos pictóricos y festivales folclóricos cada año que pasa.
El vino y la cosecha se ha convertido en un tema que genera tensiones: es la mano que muchas veces da de comer, y otras, la temática de vino es la que esposa a un tema que hoy, muchas veces es ajeno.
Uno de los pintores que estaba esa tarde en la cosecha bromeba con que en los trabajos de la vendimia les piden que hagan cualquier cosa salvo "desnudos, retratos con carga política o arte."
Uno de los principales atractivos de la serie Cosecha de artistas, es entonces, ver esa gran diversidad de colores, expresiones y pinturas.
"Acá todos es vendimia, es condicionante. Pero en Mendoza te tenés que adaptar un poco a eso o te quedás afuera", reconoce Adrían Mazzieri, un joven artista (cuya obra gira en torno a personajes y paisajes urbanos) que pintó unos de los mejores cuadros de la serie.
El mismo día de la cosecha, tomó su cámara digital y desde el auto en el que viajaba tomó una imagen de los viñedos sin preocuparse por enfocar demasiado. "Expandido" se llamó el cuadro que salió de esa foto, donde imprime movimiento y dudas al paisaje del viñedo.
"La imagen tiene algo documental, pero me gusta que se dilate - cuenta -, es como cuando te tomás unas copas".

Un viaje al país de las estampillas.

Revista Ñ - 27/6
Desde la aparición de la primer estampilla, vemos huellos de la política, economía y cultura de nuestro país. Una investigadora riojana las reúne en un hermoso y apasionante libro.

En un mundo en que el correo escrito está en franco retroceso ante el e-mail y los mensajes de texto, Graciela Nieto da una conmovedora batalla con un libro de 765 páginas que rememora, con fotos incluidas todos los sellos postales que se emitieron en la Argentina desde 1856 hasta el año 2000. Cada uno de ellos tiene una breve o extensa referencia según el caso.
El libro se titula "Mariposas de Papel"; su autora, Graciela Nieto Ortiz de Carreño, es una conocida elaboradora de tapices y está muy vinculada al quehacer cultural de La Rioja e incluso fue Secretaria Municipal de Cultura.
Nieto colecciona estampillas desde los 12 años. "Prácticamente la vida argentina se puede observar más a través de sus sellos, la inflación por ejemplo: hay sellos que comenzaron en $1 y terminaron en los $1000". Comenta.
Entre los héroes y personajes editados se destaca San Martín con 278 sellos, luego Rivadavia (quién creo el correo nacional) con 40 y después Belgrano, con apenas 35. Los sigue Eva Perón, con 31 estampillas, mientras que el e presidente Juan Domingo Perón apenas tiene 3.
"También Miguel de Guemes y el entrerriano Francisco Ramírez tienen varios, pero no aparecen ninguno como Facundo Quiroga ni el Chacho Peñaloza", agrega la autora, con un brillo de orgullo provinciano en sus ojos.
Sin pensar que lo han olvidado, el Correo no se olvidó de Jorge Luis Borges: tiene 7 sellos, pero otro escritor, Saint Extupery lo doblo con 13 estampillas a su favor, "pero hay que recordar que el escritor francés trabajo para el sistema postal argentino".
Entre los músicos están Alberto Ginastera a través de un dibujo de Carlos Nine, en 1997.
Tras cinco años de búsqueda en la que la ayuda que recibió del correo fue casi nula, la autora aprendió mucho y de todo. "la fauna y la flora argentina están allí. También los insectos. Hasta la chinche predadora tiene su sello. Aprendí y escribí sobre barcos, sobre pinturas y pintores. Puse las biografías de Horacio Butler y Miguel Caride. Descubrí que el día de la industria se celebra por ser la fecha del primer contrabando argentino. Y encima lo hizo un obispo en la época de la colonia: llevaba oro del Potosí en medio de tejidos santiagueños."
Mariposas de Papel, revela que la Argentina fue el primer país en tener sello dedicado a la educación vial. Fue en 1945, cuando se cambió el sentido de circulación vehicular de izquierda a derecha. "Pensar que ahora debemos tener uno de los índices mas altos de accidentes viales", acota la autora.
El primer sello Argentino lo tuvo la provincia de Corrientes en 1856. Lo hizo un francés, Matías Pipet, que se ganaba la vida como repartidor de pan y había sido aprendiz de grabador en Francia.
Pipet hizo una cabeza con la efigie de Ceres, diosa de la agricultura y la abundancia, pero nunca lo vio en ninguna carta, porque no fe puesto en circulación. El primero que circuló fue dentro de la Provincia de Buenos Aires, en 1858.
Es el que los coleccionistas conocen como barquitos porque el grabado representaba un barco de época, a paleta.
El primer timbre que circuló en todo el país es de 1864, la cabeza de Bernardino Rivadavia, "en conmemoración de los altos hechos de ese distinguido ciudadano". Rivadavia había muerto en Cádiz, España, en 1845. El sello fue grabado por una casa inglesa: Antonio Gibbs e hijos, de Londres.
Hasta la epidemia de poliomielitis mereció un sello postal, que además es un dibujo hermoso.

Mariposa de Papel fue presentado en la Feria del Libro y en la Feria del Libro de La Rioja. Cuenta con un índice temático y de personalidades que facilita la búsqueda. Fue editado a través del Libro de La Rioja.

Para los interesados que quieran encontrar el libro, se llama "Mariposas de Papel" de ediciones Nexo. Autora: Graciela Nieto. Contiene 760 páginas y sale alrededor de los $70.00.