En la literatura argentina, uno de los primeros en explorar el universo de la comunicación electrónica fue el escritor y catedrático Daniel Link.
En su novela La ansiedad (El Cuenco de Plata), los personajes comunican sus miedos y deseos a través de e-mails, chats y videoconferencias. Faltos de amor, ofrecen con sus vínculos mediatizados un retrato del modo en que la tecnología opera sobre la conducta y el habla. La escritura había sido entendida siempre como una 'mediación' (una tecnología intermediaria entre el habla y el pensamiento, subsidiaria de la memoria). Ahora la vemos hacerse presente como un flujo inmediato ya que no es secundaria. Detrás del efecto, se esconde cierta carencia que impulsa a las relaciones desde la red. Retratarlas llevó a innovar en el registro de la escritura, a través de la reproducción del rasgo hipertextual –citas con aspecto de correo electrónico, lenguaje y ortografía propios del chat– y la fusión de las fronteras de género –en el sentido de forma o molde de escritura– con aquello que en apariencia es un procedimiento. El mismo recurso de reproducción de chat fue empleado por Florencia Abbate en "Atardece", cuento de la antología En Celo (Mondadori), donde dos amantes –él sin compromisos, ella por casarse– rellenan los huecos en sus vidas a través del Messenger. Acción y descripción están al servicio de narrar la soledad, la que sólo parece ceder cuando el personaje mira esos cuerpos; la mente se evade y refugia en recuerdos. "Compartir crónicas de la vida cotidiana" es lo que lleva a la escritora Marina Mariasch a escribir en @purasensacion, su dirección en Twitter. Aunque la red tenga un límite de hasta ciento cuarenta caracteres por entrada, es decir, una acotación del espacio para contar, es, lo que plantea la poeta, lo que lleva a "la obligación de generar sentido en una charla o en un correo."
La actualidad misma, como todo el entorno en el que vivimos, está inmersa en una incesante red social, en la que la literatura ha encontrado un espacio en el que refugiarse para comentar en sus obras.
La actualidad misma, como todo el entorno en el que vivimos, está inmersa en una incesante red social, en la que la literatura ha encontrado un espacio en el que refugiarse para comentar en sus obras.
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