martes, 7 de abril de 2009

La imagen entre lo analógico y digital

Para poder hacer referencia a mi tema, primero que todo debo hacer hincapié en la definición misma de imagen, que es una semejanza que se maneja para las dos por igual.
La citaré como la representación mental y completa de lo que ya ha sido percibido anteriormente por los distintos sentidos (visual, auditivo, tactil, olfativo, gustativo, motriz, etc) y como algo existente entre la cosa y la representación.
La imagen misma está relacionada con la manera de pensar de las personas, con su conocimiento.
El conocimiento consiste en una relación del sujeto con el objeto. Es en esta relación objeto-sujeto donde la imagen analógica; como una realidad que depende de ambos, necesita de las intenciones, significados y valores que otorgará el sujeto y de las propiedades y características físicas del objeto para lograr poseer principios (esencia y existencia) y atributos propios (verdad, perfección, orden, etc).
Habiendo situado a la imagen analógica, en una instancia entre el sujeto y el objeto, quedaría por mencionar, en segunda instancia, la importancia que adquieren para la elaboración de las mismas, los mecanismos de percepción, para luego, determinar su diferencia con la digital.
La percepción se ha llegado a definir en un sentido amplio como la “aprehensión directa de una situación objetiva”.
Asociado con esto, es que puedo citar, que es el ritmo acelerado de nuestra civilización lo que determina los nuevos límites de nuestra percepción. Permanentemente debemos ajustarnos a lo nuevo, buscando estímulos más rápidos y contrastantes para llegar a mantener alertas a nuestras capacidades receptivas.
En la era industrial (era analógica) se experimentó la utilización de las herramientas que nos otorgaban los avances tecnológicos, como la prolongación o multiplicación de las posibilidades perceptivas del cuerpo humano a través de la división de los diferentes sentidos. (vista con microscopio, televisión; oído con el teléfono, radio).
En la era posindustrial (era digital) no es posible seguir manteniendo esta estructura de percepción tan diferenciada. Las exigencias que impone nuestro tiempo no se pueden responder con una división del trabajo de los distintos sentidos que nos posibilitaban las viejas tecnologías. En la actualidad las computadoras aparecen ya no como una herramienta de prolongación de los órganos humanos otorgando una mayor libertad de percepción, sino como imitador del sistema nervioso mismo.
Entender al mundo en términos cognitivos significa ahora, poder simularlo en representaciones de la computadora, se han invertido los conceptos: del sujeto a sistema, y de las relaciones sujeto-objeto a los circuitos hombre-mundo.
De esta manera, la imagen digital, genera una realidad propia que no depende ni del sujeto, ni del objeto. Al desprenderse del sujeto, no necesitará de intensiones, significados, y valores. De igual manera, al independizarse del objeto no necesitará ser fiel a las propiedades y características que lo representan (materialidad, gravedad, etc).
Así, la imagen, sufrirá una sobreestimulación que satura la percepción sensible y espontánea, y un exceso de información que satura el pensamiento como consecuencias del manejo cualitativo y cuantitativo de datos posibilitados por el medio digital.
En el ambiente analógico la información era manifestada básicamente sólo a través de la percepción visual de la forma, mientras que en la digital se amplía la información mediante la interacción de diferentes tipos de percepciones, visual, auditiva, tactil,etc.
Mientras que las imágenes clásicas (analógicas) nos sitúan delante de nuestras representaciones, las tecnológicas (digitales) nos crean la inmersión en la imagen, permitiéndonos movernos, actuar, y trabajar en este mundo.

“Las viejas cuestiones del significado, la representación y la intencionalidad se diluyen en los medios digitales, cuyos procedimientos se acercan a la pura puesta en escena de efectos”.

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